Las fracturas por compresión (FC) de las vértebras espinales pueden ocurrir en dos variedades principales: agudas y crónicas. La FC aguda puede ocurrir a cualquier edad y puede ser bastante grave, especialmente si los fragmentos óseos se desplazan hacia el canal espinal donde se encuentra la médula espinal. En la mayoría de los casos, representan fracturas inestables y deben evaluarse de inmediato para garantizar que se minimice o evite la pérdida neurológica. Pero, ¿qué pasa con el tipo de fractura por compresión crónica más común?
Los estudios demuestran que nuestros huesos son más densos cuando tenemos unos 30 años. A medida que entramos en la mediana edad y la vejez, los huesos pueden debilitarse, que es un estado llamado osteopenia. Las vértebras debilitadas pueden acumular pequeñas grietas, que pueden comprometer su integridad, dando como resultado una fractura por compresión espinal crónica. Un estudio de diciembre del 2020 concluyó que la cirugía generalmente solo se recomienda cuando la fractura es inestable o hay pérdida neurológica, un colapso severo o dolor intenso—que solo puede ocurrir en aproximadamente el 15-35% de los casos de fracturas por compresión crónica.
Para la mayoría de los pacientes con fractura por compresión espinal crónica, se recomienda un enfoque de atención en equipo multimodal. Una revisión sistemática del 2018 de la investigación publicada sobre el manejo de la fractura por compresión espinal recomienda un enfoque de tratamiento inicial no invasivo que incluye reposo, analgésicos, ortesis (aparatos ortopédicos) y movilización temprana—una terapia realizada por médicos quiroprácticos. Una vez que el dolor agudo desaparece, se deben incorporar ejercicios específicos en el plan de tratamiento—algo para lo que los quiroprácticos están capacitados para brindar instrucción.
Sin embargo, a la mayoría le gustaría prevenir esta afección en primer lugar, y hay pasos que se pueden tomar para reducir el riesgo. Según Harvard Health y WebMD, los siguientes pasos pueden ayudar a mantener los huesos sanos y fuertes: consumir cantidades adecuadas de vitamina D y calcio (suplementos y dieta rica en lácteos, espinacas, brócoli, frijoles secos, salmón, etc.); evite las bebidas carbonatadas; no fume; no beba cantidades excesivas de alcohol; evite el uso prolongado de medicamentos que pueden debilitar los huesos, si es posible (hable con su médico); y realizar ejercicios aeróbicos y de entrenamiento de fuerza con soporte de peso. También se recomienda una gammagrafía de densidad ósea—la más común es la DEXA-scan—especialmente para mujeres posmenopáusicas, personas mayores de 65 años, en adultos de mediana edad con antecedentes de fracturas e individuos con antecedentes familiares de osteoporosis.