La articulación sacroilíaca (ASI) se ubica entre el sacro (coxis) y el ilion (pelvis), que sirven para conectar la columna vertebral y la pelvis y facilita la transferencia de carga desde la parte baja de la espalda hasta las extremidades inferiores. Generalmente, cuando consideramos la causa del dolor lumbar de un paciente, el primer lugar investigado es la columna lumbar. Pero resulta que, a menudo, el culpable puede ser la ASI.
Estudios en años recientes estiman que la ASI puede ser la causa principal o contribuyente del 15-30% de los casos de dolor lumbar. El paciente no solo puede experimentar la disfunción de la articulación sacroilíaca como dolor lumbar, sino que también puede causar dolor en la ingle y, según un estudio del 2017, ¡hasta el 60% de los pacientes de ASI informan dolor que se irradia hacia la pierna!
El mecanismo de lesión de la ASI es a menudo una combinación de carga axial (presión hacia abajo/atascamiento) y una rotación abrupta (torsión). Si bien esto puede ser causado por una caída repentina o una colisión, la tensión repetida también puede dañar estas articulaciones. Un estudio del 2018 que incluyó a 271 golfistas recreativos encontró que el 23% tenía disfunción de la articulación sacroilíaca, presumiblemente por golpear repetidamente con un palo de golf, y casi todos ellos (¡el 96%!) también tenían dolor lumbar. Otro estudio, también publicado en el 2018, encontró que, entre un grupo de 1.500 mujeres embarazadas, el 80% tenía disfunción sacroilíaca. Los investigadores sospechan que la causa probable es la combinación del aumento de peso y el aflojamiento de los ligamentos que ocurre durante el embarazo.
Los investigadores también han descubierto que la discrepancia en la longitud de las piernas (LLD, por sus siglas en inglés) puede generar cargas desiguales en la articulación sacroilíaca, lo que puede aumentar el riesgo de lesión. Otras causas de lesión de la ASI pueden incluir fusión lumbar previa, infección articular, malignidad, espondiloartropatías, enfermedad inflamatoria intestinal, anomalías en la marcha, escoliosis, y el ejercicio excesivo.
La buena noticia es que los médicos quiroprácticos están bien equipados no solo para determinar si la ASI puede ser un factor en el dolor lumbar de un paciente (o del dolor en la pierna o en la ingle), sino también para controlar la disfunción de la ASI. Los estudios han demostrado que una combinación de terapias manuales (incluida la terapia de manipulación espinal) y los ejercicios de estabilización es eficaz para reducir el dolor y mejorar la función en la ASI, más que las inyecciones de corticosteroides o la fisioterapia. Si bien los pacientes pueden experimentar una mejora inmediata después de un solo tratamiento, pueden ser necesarios varios tratamientos para lograr un resultado satisfactorio y duradero.